Por Martha Elba Torres Martínez
En una escena de la película “la Liga de la Justicia”, que en la hueva me chuté el pasado domingo en HBO Max, Flash le pregunta a Batman sobre cuál es su gran poder frente a metahumanos como él, Aquaman, Cyborg, la Mujer Maravilla y Superman: -dinero.
Cierto. En el último planeta por reinvadir Steppenwolf, la Tierra, el super poder es el dinero.
No pude evitar pensar en la “unidad” que ya son AMLO y Claudia, y que controla todo el presupuesto nacional; nada más 9 billones de pesos este año. Que cosas. El malo maloso de malolandia, Steppenwolf, utiliza básicamente la “unidad” -de las tres cajas madre- para transformar a los habitantes nativos de los planetas que conquista en Parademons leales y sin alma, y acaba con su poderosísima electrohacha, toda resistencia humana y de otros mundos.
Pues contra este super poder que es el dinero, “el PRI y su aguerrida militancia luchará y seguirá luchando hasta el final. Seremos la oposición que México necesita. Una oposición real, potente y protagonista de los grandes debates”, dijo Alejandro Moreno, en la vigésima cuarta asamblea nacional ordinaria de ese partido, que sesionó ese mismo domingo 7 de julio.
Pues como el fuego se combate con fuego, pues dinero con dinero. Pero ¿cuál? si Alito y su “nuevo PRI” no lo tiene ni lo tendrá, porque será un hecho la reforma electoral y el “moche” de 50 por ciento a las prerrogativas que reciben los partidos políticos, además de la UMA que aplicarán por voto ganado, y el tricolor, hasta al cuarto lugar en preferencias. Este 2024, recibe para actividades ordinarias mil 201 mdp y 600 mdp fueron para gastos de campañas; pero arrastra pasivos por 189 mdp del 2023 y habrá que esperar la fiscalización del INE y las multas.
Entonces, como afirman algunos de sus detractores, ¿son las prerrogativas lo que mueve a Moreno Cárdenas para mantenerse al frente del PRI aun con lo endeudado que ésta? La asamblea le dio carta blanca para contratar empréstitos e incluso vender inmuebles para enfrentar la presión de los acreedores.
Otros de sus críticos ven políticamente inmoral y ofensiva, su reelección. Ah chinga. Si Dante Delgado es eterno en Movimiento Ciudadano, Alberto Anaya en el PT y Jorge Emilio González -como dice-, sigue ninguneando al Verde Ecologista y Marko Cortés quiere seguir al frente del PAN. Pues ¿por qué yo no?
En Morena ya sabemos que solo mando uno, el Pejepresidente. Por eso la secretaria general del partido, Citlalli Hernández, se hizo a un lado para dar paso a Luisa María Alcalde, actual secretaria de Gobernación. ¿Y por qué la hija de Bertha Luján y Arturo Alcalde? Precisamente por eso.
De todas las familias encumbradas en Morena, la Alcalde Luján no tiene paragón en el corazón de Andrés Manuel y es la de todas, todititas sus confianzas. Por eso no quiere a nadie al frente de su Movimiento -y ya dio línea-, que no sea nadie más que Luisa María. Bertha Elena -la madre- fue presidenta del Consejo Nacional de ese partido, de 2015 a 2022. A Bertha María la quiso poner al frente del INE y luego la postuló para ministra de la Suprema Corte en sustitución de Arturo Zaldívar, pero no pudo… por ahora, porque en diciembre de este año sale el ministro Luis María Aguilar y hay vacante sin oposición.
Y Claudia Sheinbaum ni opina. Claro…
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Pero bueno, en lo que estoy.
Con Alito. Que corta de tajo -de un electrohachazo-, con el PRI del neoliberalismo; el que mató a Luis Donado Colosio 1994, el que cobijó el Pemexgate en el 2000 y la reforma educativa de 2018. O sea, para fuera los cuadros de honor de los expresidentes Carlos Salinas, Ernesto Zedillo y Enrique Peña, y de todos aquellos ex dirigentes que se opongan a sus designios. Ojalá les salga lo rijosos y le tomen en partido.
Pero una cosa es que pretenda romper con el pasado del PRI, incluso cambiar de nombre, imagen y colores, y otra, que borre su propio pasado de corrupción, trampas y malandrez con las denuncias penales por corrupción, enriquecimiento ilícito y hasta violencia de género en su contra.
Arrastra señalamientos de peculado, fraude y desvío de recursos por 4 mil millones de pesos durante su gestión como gobernador de Campeche (2015 a 2019); hay otra investigación en la FGR por corrupción, sustracción y difusión de información confidencial de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) y su cómplice fue el diputado federal, Pablo Ángulo Briseño; apenas en abril y en plenas campañas, la diputada federal, Monserrat Arcos, lo denunció por violencia por razón de género, al negarse a desviar y lavar dinero del ONMPRI:
“Son 16 millones de pesos que era el destino para el presidente del partido, Alejandro Moreno Cárdenas. Básicamente a mí sólo me dijeron que tenían una necesidad económica y que él (Alejandro Moreno) requería el recurso. Él personalmente me lo solicitó”. Y aunque le replicó que eran recursos fiscalizados, le plantearon un esquema de tres cursos en línea, cada uno con un valor de 11 millones de pesos, el proveedor que señaló en su denuncia le explicó cómo lo iban a hacer y cómo le iban retornar el recurso en menos de tres o cuatro días al área de finanzas. Por tal motivo, también denunció a dicho contratista, Marco Antonio Gómez Alcantar, así como al secretario de Finanzas del CEN del PRI, Hugo Eduardo Gutiérrez Arroyo”. (La Jornada, 25/abril/2024)
Por sus fechorías en Campeche, en 2022, Morena le inició un procedimiento de juicio de desafuero como diputado federal para que enfrentara los cargos por enriquecimiento ilícito, y corrupción, pero se lo congelaron gracias a la iniciativa del PRI para el transitorio constitucional que amplió hasta 2028 las atribuciones de la Sedena sobre la Guardia Nacional. Y qué tal el pacto de Alito con Morena para que Delfina Gómez ganara en el Estado de México y el tricolor en Coahuila, como denunció en su momento el senador Miguel Ángel Osorio Chong, que ahora dice: “Se los dije”.
Entonces, ¿dónde están los corruptos, lacayos, esquiroles? ¿En el PRI del neoliberalismo o en el PRI de Alito Moreno? Porque el Steppenwolf de Memo Valencia Reyes en Michoacán, es su hechura, él lo puso y él es el culpable que el partido este en su peor momento.
Porque para empezar, el campechano es producto político del neoliberalismo salinista. Que en palabras del diputado federal, Rubén Moreira, se tenía que “expulsar del ideario del partido, por ser sus políticas públicas, generadoras de pobreza, violencia y desigualdad social; políticas que nos distanciaron de grandes grupos de la población”. “Nos pronunciamos por una mejor distribución de la riqueza, con pensiones justas, con mejor sistema de salud, con empleos dignos para los jóvenes. Nos pronunciamos a favor de los programas sociales como una parte de la distribución de la riqueza”.
Una mejor narrativa de Alito y de Moreira tan apegada al “humanismo” de López Obrador y la 4T, es imposible. Y con esto se devela su propósito reelectivo: ser el interlocutor único de la franquicia “nuevo PRI” -o como se vaya a llamar-, con la “unidad” avasallante de las “tres cajas madre”. Debe, a huevo, seguir al frente de ese partido porque como senador pluri, es solo eso, su voto a favor de una mayoría constitucional en la Cámara Alta y ya.
Pero un tema que en sus propósitos Moreno Cárdenas pasa por alto, es que a pesar de todo el descrédito, el vilipendio, la hate que todas estas décadas se ha desbordado contra el PRI, todavía hay 5.7 millones de electores que siguen votando por el tricolor. Y no es por esta dirigencia, igual o peor de corrupta que anteriores, sino porque siempre están los viejos priístas que recuerdan más lo bueno, que lo malo, de su partido.
Cuánta nobleza de estos mexicanos y mexicanas que no olvidan las instituciones que dio al país, para la salud, la educación, hospitales, clínicas, presas y caminos. Bueno, México gozaba y presumía su autosuficiencia alimentaria; los obreros, agraristas, jóvenes y clases populares se organizaban en función de sus necesidades como sector y se creaban más y más instituciones; e incidían en las decisiones del presidente en turno. Ahora es al revés, solo el presidente decide por todos.
Los ex dirigentes del PRI, Dulce María Sauri, Pedro Joaquín Coldwell, Enrique Ochoa y Manlio Fabio Beltrones impugnaron ya ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) la asamblea nacional de ese domingo 7 de julio y las modificaciones a los estatutos del partido que permiten la reelección hasta por tres periodos consecutivos del presidente y de la secretaria general del partido, además de que sea el dirigente nacional quien designe a los coordinadores del Congreso de la Unión.
En la querella alegan que se violaron, entre otras, las disposiciones establecidas en la Ley General de Partidos Políticos al establecer el artículo 34, que no se pueden modificar los documentos básicos de los partidos en un proceso electoral vigente y el actual concluye hasta que el Tribunal valide la elección presidencial, allá por el 23 de agosto y que la asamblea adoleció de varias irregularidades.
Se vendrán en cascada más impugnaciones contra el autogolpe de Alito al PRI. A ras de tierra, la conformación del Frente Amplio por la Renovación (FAR) al que se sumarán, por decir en Michoacán, todos los ex dirigentes y activistas que están contra Memo Valencia y su corrupta dirigencia.
Creo que veré más rayos y centellas que en la película de la “Liga de la Justicia”…