Martha Elba Torres Martínez
En la cúspide del poder absoluto para instaurar su tiranía -dijera Ernesto Zedillo-, a López Obrador, pequeños detalles le siguen arrancando risitas nerviosas: las cartas de Ismael “el Mayo” Zambada y ahora, de Genaro García Luna, ambos presos en Estados Unidos; junto con Joaquín “el Chapo” Guzmán y sus hijos Joaquín y Ovidio. Un mundo de información peligrosa en tan pocas bocas, que inevitablemente involucra a quien a partir del 1 de octubre dejará de ser presidente de México y por tanto, sin fuero.
Que cosas. Prometió en campaña meter a la cárcel por corruptos a los últimos cinco ex presidentes, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña, y quién sabe si más adelante, el que llegue a una prisión estadunidense, sea él. Puede negar todo y acusar a todos de calumniadores, pero las evidencias ahí están, en EU y aquí, a la vista de todos: el cártel de Sinaloa creció y se expandió en el sexenio de Obrador.
“El Mayo” tiene pruebas; como los Guzmán y desde luego García Luna, audios, videos; dice que hay registros oficiales en ambos países, de los contactos entre López Obrador y sus operadores, con líderes del narcotráfico y sus familias. Sin duda. Algunos ya públicos, como el saludo a la mamá del “Chapo”, las seis visitas a Badiraguato; la liberación de Ovidio en 2019; el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha, y el financiamiento a las campañas morenistas en 2021, entre ellas la de Michoacán.
Puede verse una olla de presión sobrecalentándose en torno a la sucesión en once días. Zambada reveló su relación con Rocha y el asesinato del diputado federal Héctor Melesio Cuén, lo que resultó cierto, y la traición de los Chapitos. Avasallado por la realidad, ayer, López Obrador le echó la culpa a EU por la guerra en Sinaloa -que ya comienza a extenderse a Sonora y Baja California-, por la captura de “el Mayo” y la rendición de Joaquín Guzmán López.
Y neta. Claudia no ve, porque su creador le dice que nada de eso es cierto, que no existe; que la prensa conservadora magnifica. Todo es para desprestigiar su gobierno. “La noticia acerca de Sinaloa está envuelta en una propaganda de mentiras, de sensacionalismos, de alarma para inducir el miedo a la población”, repite.
En once días de bloqueos carreteros, quemas de vehículos, levantones a puños y asesinatos (50), como siempre, minimizando la violencia. “Se está atendiendo la situación en Sinaloa. La confrontación que existe no es tan abierta, ni frontal”. Y como siempre, invistiéndose de una autoridad moral que no tiene. Arrogante de que es escuchado por todos, hasta por los delincuentes, llamó a la “mayiza” y a la “chapiza” a que paren los enfrentamientos y “busquen otras formas (de matarse) sin perjudicar a la gente inocente”. Así le hicieron caso.
Con razón. El 16 de septiembre, el general Jesús Leana Ojeda salió con que devolver la seguridad en Sinaloa no está en manos de las Fuerzas Armadas. “El cese de los tiroteos y bloqueos está condicionado por la voluntad de los grupos delictivos. Queremos que sea lo más rápidamente posible, pero no depende de nosotros”. ¡Uta! Estamos jodidos. Y sale la futura presidenta con que si interviene el Ejército lo único que generaría es más violencia. “Entonces por eso es una estrategia distinta». Pues si va a esperar a que termine la guerra una vez que se maten todos entre todos, pues estamos retejodidos.
Pero en lo que estoy. La risita nerviosa -que no burlona- sobre la carta de García Luna. “Que presente las pruebas”.
Bueno. A principios de 2024, el reconocido periodista estadunidense, Tim Golden, publicó en ProPublica, el reportaje sobre la investigación de la DEA en torno a la entrega de dos millones de dólares a la campaña de AMLO en 2006. A mediados de año, la periodista y escritora Anabel Hernández presentó su más reciente libro “La historia secreta: AMLO y el Cártel de Sinaloa”, en el cual lo señala de haber recibido dinero por parte del narcotráfico para las campañas presidenciales del 2006, 2012 y 2018.
El caso de todas estas publicaciones a partir de investigaciones reales, es que por alguna razón, Estados Unidos nunca abrió una investigación formal a López Obrador y los agentes que realizaban la indagatoria, al final la archivaron. Algunos registros fueron publicados por el New York Times, como el relato de un informante sobre una reunión de López Obrador con “el Mayo”, previo a la victoria electoral de 2018.
Otra fuente les dijo a los agentes de la DEA que luego de que el presidente fue elegido, uno de los fundadores de los Zetas pagó cuatro millones de dólares a dos colaboradores de López Obrador con la esperanza de que lo liberaran de prisión. Una tercera fuente sugería que los capos tenían videos de los hijos del presidente recibiendo lo que se describió como dinero del narco.
Lo que veo: si desde el 25 de julio ni Joe Biden ni el Departamento de Justicia estadunidense han entregado información sobre el acuerdo con los narcotraficantes y que tanto reclama y exige López Obrador, es por algo. No hay que darle vueltas al tema; debe existir ya información consolidada que lleve a reabrir las investigaciones de la DEA e iniciar una indagatoria formal sobre quien será a partir del 1 de octubre, expresidente y sus cómplices. Ayer, ya fue mueca. ¿Y Claudia? Bien, gracias…
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La otra risita nerviosa de esta semana en la mañanera, la provocó Ernesto Zedillo con su participación, el 15 de septiembre, en la Conferencia Anual de la Asociación Internacional de Abogados (IBA, en inglés), donde criticó la reforma al Poder Judicial. El ex presidente de México no dijo nada nuevo. Que AMLO quiere una tiranía, ya lo sabíamos muchos. La propia Xóchitl Gálvez lo advirtió. Así que no hay que darle mayor valor a un aparente acto de valentía.
Tampoco fue novedoso que rompiera su silencio para hablar sobre México, porque el 1 de noviembre del año pasado, en la mesa del Foro Global 2023 «Origen y consecuencias de la trampa del predesarrollo mexicano» que organizó el Instituto Pearson, Zedillo Ponce de León expresó su desprecio al populismo y por tanto a la candidata de la 4T:
“Me gustaría que llegue (a la Presidencia) alguien que escuche a la gente y reconozca lo complejo que son nuestros problemas. Pero también alguien que no explote esas necesidades creando un discurso demagogo, prometiendo cosas que no serán cumplidas, que no divida a la sociedad, que impulse las reformas que nuestros países necesitan”.
Lo rescatable sobre Zedillo, son los lodos que removió sobre el pasado de López Obrador y que el montonal de columnistas le dieron duro con la cuchara molera para recordar lo traicionero, mal agradecido y corrupto que siempre ha sido.
Raymundo Riva Palacio le recordó que fue Zedillo, fue quien lo protegió de violaciones graves a la ley con las tomas en 1996, de 51 pozos petroleros por supuestas afectaciones a campesinos y pescadores. Fue Marcelo Ebrard, segundo de a bordo de Manuel Camacho, entonces jefe del DDF, quien le entregó ocho millones de pesos en efectivo para bajarle a su alboroto.
“Esa toma de pozos, sin embargo, provocó una situación muy peligrosa en un bloqueo, porque López Obrador, sin saberlo, movilizó a campesinos a un puente que debajo tenía materiales químicos almacenados que podían explotar. Las autoridades federales decidieron desalojarlos al costo político que fuera, y en el operativo golpearon a López Obrador en la cabeza. Personas que vivieron ese momento recuerdan cómo quedó pasmado por el miedo, mientras sus cercanos se lo llevaban a un escondite”.
Por las tomas, Pemex presentó 14 denuncias por obstrucción a sus centros de trabajo y la PGR obtuvo ordenes de aprehensión en su contra. Y como siempre, usando a las mujeres. Mandó a su esposa Rocío Beltrán a interceder por él. Convencieron a Ernesto Zedillo y no lo detuvieron.
Se refugió en la Ciudad de México, y quienes le consiguieron el departamento de Copilco, fueron los priístas Enrique Jackson y José Carreño Carlón. En 1988 deja el PRI y se va al PRD. Continúa Riva Palacio: “Buscó la jefatura de Gobierno capitalina. Legalmente no podía aspirar a ese cargo porque no cumplía con el requisito de residencia, por lo que otro perredista, Pablo Gómez, actual titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, lo denunció. Por presiones en el PRD, Gómez se desistió, pero su denuncia fue retomada por el PRI, que la presentó ante el Instituto Electoral del Distrito Federal. López Obrador dijo que se trataba de un ardid con pruebas falsas para evitar que contendiera. Las autoridades electorales se perfilaban a declarar la inelegibilidad de su candidatura, pero intervino nuevamente Zedillo y le ordenó al PRI que retirara su queja. Así lo hizo y López Obrador se convirtió en jefe de Gobierno, la plataforma que lo llevó a la Presidencia”.
Pablo Hiriart le reprocha a Zedillo, que haya actuado demasiado tarde respecto a la reforma Judicial. “Tuvo en sus manos frenar a un defraudador de la ley, y lo impulsó. Fue el único expresidente –junto con Echeverría– que calló cuando las cosas debieron decirse y advertir a su público natural, banqueros y grandes empresarios que después se subieron al tren de la 4T, que AMLO era un peligro para México. Lo hace ahora cuando AMLO ya se va del gobierno y el país pierde su democracia”.
Pero, a ver. No hay que perder el enfoque: El “pueblo sabio” no le dio la mayoría calificada a la 4T en el Senado, solo 83 escaños. La reforma Judicial la propuso López Obrador, pero sin el voto traicionero de Aracely Saucedo, Sabino Hernández, Miguel Ángel Yunes y la sospechosa ausencia de Daniel Barreda, no hubiera pasado. En otras palabras, quienes “sentaron las bases para que México se convierta en una tiranía”, como dijo Zedillo, son estos nuevos “antipatrias” que, paradójicamente, salieron de las filas de la propia alianza opositora…